Todos
los vecinos del barrio sabían que este hombre no se encontraba muy
bien. Entonces, secuestró a su propio perro para cobrar su
recompensa. Él pensaba que no era un delito secuestrar a su perro
porque era propiedad de él y que no recibiría
ningún castigo o que no iba a
ser culpable. La víctima creía que era él, no el perro y el motivo
del delito era cobrar plata. El que impide que cometa el delito fue
un médico amigo de su familia. El médico le empezó a hablar de que
no podía robar su perro para que le pagen, pero a los pocos dias se
recuperó y se juro que no lo iba a hacer más.
Nicole Loustaunau
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